Las Ratas. M. Delibes
Foto: www.snr93.wordpress.com
Hambre, miseria,
desamparo… éstas son solo algunas de las situaciones que se vivían en una
España de posguerra y de las que, Miguel Delibes, vallisoletano y uno de los
escritores más significativos de la novela contemporánea, refleja en su obra Las Ratas. El autor muestra así el drama
de su tierra, de esa Castilla rural de los años cincuenta y sesenta, de una
Castilla que, no obstante, rezuma grandeza en su misma miseria a través de la
rebeldía dulce y callada de un niño –El Nini-.
Gracias a Las Ratas vemos a un Delibes desatado, en estado puro que, describe
perfectamente el lugar, personajes, ambientes, sentimientos y dramas que,
incluso, a veces, parece estar viviéndolo en primera persona. Un libro seco,
crudo y duro pero, a la vez tierno en algunos pasajes y con una calidad
literaria excepcional.
El desarrollo de la historia tiene lugar en un
pueblo cuya esencia plasma a la perfección mediante el lenguaje propio de las
gentes del campo que, aunque a veces parezca un poco difícil su comprensión
debido al empleo de diversos términos que no resultan nada familiares, éstos se
reducen una vez entrados en el argumento principal. ¿Y qué decir de los
personajes?, un elemento fundamental dado que el epicentro de la novela lo
constituye la sociedad, el realismo social en un sentido amplio. Cabe destacar,
sobre todo, el papel del tío Ratero y del Nini –personajes principales-,
cazadores empedernidos de ratas como forma de vida, pues, la captura de estos
animales, les proporcionaba el pan de cada día. En cambio, para otros, como es
el caso del ratero Luis, natural de un pueblo cercano, la caza de ratas tan
solo significaba ser un mero hobbie, un deporte de entretenimiento. Al chico,
por pura diversión, no le importaba lo más mínimo que el resto del pueblo
tuviera que pasar hambre! Pero Delibes, no solo plasma en el papel la caza de
estos pequeños roedores como el único aspecto de la vida en el campo, también
lo hace de la matanza, de la siembra y cómo no, de la siega, en el que se
observa claramente la importancia de los
factores atmosféricos al destruir las cosechas a la par que se producía más
pobreza. Tampoco hay que olvidar los diferentes conflictos internos que surgían
en el pueblo: la envidia está a la orden del día. Todo un sin fin de problemas
que parecía que no tendrían solución, que no verían la luz, pero, como dice el
refrán: mientras haya vida, hay esperanza. Sin embargo, hay algunos finales que
tienen un cierto sabor amargo.
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