domingo, 19 de abril de 2015



                                               Las Ratas. M. Delibes


                                
                                                                                      Foto: www.snr93.wordpress.com

Hambre, miseria, desamparo… éstas son solo algunas de las situaciones que se vivían en una España de posguerra y de las que, Miguel Delibes, vallisoletano y uno de los escritores más significativos de la novela contemporánea, refleja en su obra Las Ratas. El autor muestra así el drama de su tierra, de esa Castilla rural de los años cincuenta y sesenta, de una Castilla que, no obstante, rezuma grandeza en su misma miseria a través de la rebeldía dulce y callada de un niño –El Nini-. 

Gracias a Las Ratas vemos a un Delibes desatado, en estado puro que, describe perfectamente el lugar, personajes, ambientes, sentimientos y dramas que, incluso, a veces, parece estar viviéndolo en primera persona. Un libro seco, crudo y duro pero, a la vez tierno en algunos pasajes y con una calidad literaria excepcional.
El desarrollo de la historia tiene lugar en un pueblo cuya esencia plasma a la perfección mediante el lenguaje propio de las gentes del campo que, aunque a veces parezca un poco difícil su comprensión debido al empleo de diversos términos que no resultan nada familiares, éstos se reducen una vez entrados en el argumento principal. ¿Y qué decir de los personajes?, un elemento fundamental dado que el epicentro de la novela lo constituye la sociedad, el realismo social en un sentido amplio. Cabe destacar, sobre todo, el papel del tío Ratero y del Nini –personajes principales-, cazadores empedernidos de ratas como forma de vida, pues, la captura de estos animales, les proporcionaba el pan de cada día. En cambio, para otros, como es el caso del ratero Luis, natural de un pueblo cercano, la caza de ratas tan solo significaba ser un mero hobbie, un deporte de entretenimiento. Al chico, por pura diversión, no le importaba lo más mínimo que el resto del pueblo tuviera que pasar hambre! Pero Delibes, no solo plasma en el papel la caza de estos pequeños roedores como el único aspecto de la vida en el campo, también lo hace de la matanza, de la siembra y cómo no, de la siega, en el que se observa claramente la importancia de  los factores atmosféricos al destruir las cosechas a la par que se producía más pobreza. Tampoco hay que olvidar los diferentes conflictos internos que surgían en el pueblo: la envidia está a la orden del día. Todo un sin fin de problemas que parecía que no tendrían solución, que no verían la luz, pero, como dice el refrán: mientras haya vida, hay esperanza. Sin embargo, hay algunos finales que tienen un cierto sabor amargo.

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