lunes, 25 de mayo de 2015




Arena del Desierto



Fuente: Imágenes oficiales de El Desierto Rojo


30 de abril. Sí, ya sé que ha pasado más de un mes pero ¿qué más da?, nunca es tarde para hablar de arte. 

Hoy voy a hablaros de Teatro. De un jueves cualquiera a las diez de la noche, sin nada que hacer, en el que mi amigo Jorge me dijo : "¿Te vienes al Desierto Rojo?", y me fui al Desierto Rojo.

¿Y eso qué es? Un bar, un bar cerca de la facultad de Derecho. La verdad es que se trata de un garito un tanto peculiar, tiene vida propia, se respira en el ambiente.

Su aspecto dista bastante de lo  que alguien denominaría " bar" corriente y moliente.
 Las puertas están cubiertas de chapas de botellas (como si fuera gotelé) y su decoración mezcla estilos y escenarios de épocas pasadas. Puedes encontrar la proa de una barca  colgada en el techo  y una red de pescadores, así como un busto griego en mitad de sala o unas nalgas de metal, adosadas a la barra, en las que depositar tu cerveza. E incluso  un "baobab" adornado con diversos cachivaches  (entre otras excentricidades).

La verdad es que el lugar me fascinó desde el momento en que puse un pie en él. Íbamos a ver una representación Teatral. El dueño del Desierto se paseaba de un lado para otro vendiendo las entradas y, cuando llegó el momento dejó  que el público se sentara en las sillas, colocadas a modo de butacas, frente a un pequeño escenario donde tendría lugar la función.

Estábamos allí por Luis, un amigo, miembro del grupo Tiramisú Teatro que hace pequeñas obras algunos jueves allí. Esa vez se trataba de dos entremeses de quince minutos sobre la vida en pareja.

Se hizo el silencio cuando la música, que anunciaba el comienzo de la actuación, se alzó por encima del barullo propio de cualquier bar. 
30 minutos y tres cervezas fue lo que tardó en aparecer en escena Luis, su actuación era la última.
Silencio otra vez, aplausos. 
Aplausos al trabajo de los actores que encandiló al público con su crítica fría y descarnada sobre la vida en una de sus facetas, la de la vida en pareja.

Y no diré más, no hablaré sobre el tema de cada obra,ni haré una sinopsis de cada una. No soy quién para desvanecer burdamente la magia del Teatro.
Las mentes inquietas siempre podrán dejarse llevar por la arena del desierto un jueves cualquiera.

Por Clara Nuño Gómez

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